lunes, 29 de diciembre de 2014

BERNARDO GONZALEZ PEÑA, UNO NUNCA DEJA DE APRENDER




Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta

A Bernardo González Peña le gusta Sofía Loren- fue el inicio de la conversación-  Nacido en esta preciosa ciudad de Veracruz,  hace algunos años, Bernardo es un hombre puntual y ya me esta esperando para la presente entrevista.
¿Cuándo Bernardo tiene su acercamiento con el Arte?
Desde pequeñito, antes de aprender a leer y escribir, ya pintaba las paredes de mi casa, aunque fui un niño solitario, viví una niñez bonita con  mis padres. Mi padre era diplomático agregado cultural del consulado cubano en Veracruz y mi madre era de Córdoba, Veracruz.
¿Eras un niño solitario?
Sí, no me gustaba jugar con nadie. Utilizaba mi imaginación personalísima, no participaba con los demás niños jugando en la calle, pero me gustaba observar, tenía inquietud por observar, algunos pueden decir que era chismoso.
¿Qué más recuerdas del pequeño Bernardo?
Aprendí a nadar gracias a un tío, hermano de mi mamá, que fue campeón estatal de nado y ¿sabes una cosa?, Aprendí en el lugar más difícil, en el mar.
Cuando mis padres comprendieron que tenía talento para dibujar, me compraron crayolas y un blog de dibujo, nadie me guio, ya lo traía y dibujaba bien, tanto así que a la edad de 6 años ya agarraba los que fuera para dibujar, crayolas, lápices, y pues mi madre a insistencia de los amigos me llevó a la Escuela Municipal de Artes Plásticas.
Eso sí, quiero aclarar, que gracias a Dios mis padres me llevaron al Kinder, en ese lugar  me volví loco con lo que me dieron para crear. El Kinder  fue esencial para desarrollar tus habilidades.



¿Cómo fue tu estancia en la Escuela de Artes Plásticas?
Mi madre me llevó a la Escuela Municipal de Artes Platicas, que estaba en el Edificio Trigueros,  pensaban que no me iban a admitir por la edad, pero Félix Guerrero, me ayudó  a entrar, fui el único niño que por sus habilidades fue admitido.
El señor Armendariz era el director, se fascinaron con mis habilidades, tenía como 7 u 8 años.
La  Escuela de Artes Platicas fue un lugar de gran tradición artística, desafortunadamente las autoridades no  le han dado seguimiento.
¿Cómo fue tu desarrollo artístico?
Antes de entrar a la Secundaria  mi padre me consiguió una beca en cuba, estudie en la Escuela Nacional de Artes Cubanacan, tres años.
De regreso a Veracruz, termine mis estudios en la escuela José Azueta -creo que soy la tercera generación-  para validar mis estudios, curse el tercer año y termine.
Luego hice mi preparatoria en la Escuela Nocturna, entre a trabajar en un despacho de Arquitectos, donde me desempeñaba como ayudante de dibujo.
¿Tu estancia en la ciudad de México?
Me fui a estudiar diseño gráfico a la ciudad de México, allá trabaje con un pariente que estaba encargado de la construcción del Metro, el ingeniero José Ángel Barquet, me dedique a ser ayudante del Contador y termine mi carrera profesional en Diseño Gráfico, pero mi pariente me dijo algo muy duro: “Los artistas se mueren de hambre” así que termine mis estudios y me especialice en Italia.
Conseguí una beca para estar tres años en Roma en la Escuela de Arte y fue una experiencia muy enriquecedora.  Viví en Urbino Pesaro, el centro de Italia.
Para que esto fuera posible tenía que acreditar el conocimiento del idioma italiano. En 6 meses no salí de la Embajada Italiana en México.
Ya en Italia  estudie en el Instituto Estatal de Arte y por las tardes mi especialidad en Diseño Gráfico.
¿Por qué no regresaste a Veracruz?
¡No!, Veracruz estaba gris, sentía que no evolucionaba, tuve que esperar 20 años, para poder ver, artísticamente hablando, que las cosas mejoraban. Fue una  diáspora de Artistas como Rafael Guerrero y otros que no regresábamos a Veracruz por falta de apoyo, de espacios.
¿Cuándo decides regresar?
Mi vida la hacia en México, allá expuse en muchos lugares, como el Centro Cultural Veracruzano, en el Instituto Italo Mexicano, en la Escuela Nacional de Artes Graficas, etc., pero vino el terremoto de 1985 y yo quedé espantado, fue muy traumatizante y  decidí regresar a Veracruz.
Actualmente Bernardo González sigue promoviendo su obra, para conocer más o contactarlo  al cel.  2291406375 o en FB Bernardo González Peña, artista.




@miguel_salvador

miércoles, 10 de diciembre de 2014

EL PRIMERO DE MAYO, EL VERACRUZ DE LOS AÑOS 50´S


Rafael Diez Garelli

    En el Veracruz de mi niñez, en los tempranos años 50 del siglo pasado,  los días primero de mayo eran muy emocionantes, no porque sucedieran cosas extraordinarias  sino porque estaban revestidos de una atmósfera especial. En primer término, no había clases. Iniciaban así los días festivos del mes de mayo que se prolongaban con el 5, el 10 y el 15.

    Pero lo principal es que no trabajaba ¡NADIE! porque la prohibición de laborar era rigurosa. No sólo los  comercios estaban obligados a cerrar  sino también los servicios, de tal manera que no había transporte público, ni cines ni restaurantes. Únicamente se permitían algunas corridas de los autobuses foráneos y las normales del ferrocarril (que entonces era el principal medio de transporte de pasajeros). Incluso se rumoraba que en algunas poblaciones, brigadas de sindicalistas recorrían las calles en busca de violadores de la prohibición a los que aplicaban castigos ejemplares mientras las autoridades se hacían de la vista gorda.

    El 30 de abril ya era el día del niño, pero a lo más te daban un dulce o un refresco en la escuela al salir a recreo y la jornada continuaba como siempre. Pero al volver a casa se empezaba a sentir el ambiente especial porque los adultos hacían planes para el día siguiente. Como el mercado no abriría, la noche anterior permanecía funcionando hasta las doce de la noche y aunque sólo sería por un día el cierre, las amas de casa lo invadían y hacían compras como si fuera a permanecer clausurado un mes.

    Lo mismo sucedía con las tiendas, desde los ultramarinos de pretensiones (como La Sevillana, que estaba en la avenida Independencia) hasta el más humilde tendajón de cuadra, permanecían en funcionamiento hasta la sacramental medianoche, perfectamente surtidos y despachando a una clientela previsora de la escasez del día siguiente. Ni aún de “tapadillo” los comerciantes se atrevían a abrir. Este trasiego de gente comerciando hasta altas horas de la noche era inusual y emocionante. Además, con la perspectiva del feriado, las familias prolongaban la tertulia nocturna de plática afuera de las casas en sillones, sillas y mecedoras y mientras los adultos platicaban los niños jugábamos en la calle.

    El descanso total del día primero llevó a las familias a la decisión de que la mejor manera de afrontarlo era ir de excursión, para lo cuál la familia extensa  (abuelos, tíos, primos, compadres, etc. entre más, mejor) alquilaba un autobús urbano (único día que no trabajaban, pero sí se les permitía las contrataciones privadas) para trasladarse desde muy temprano a las siguientes opciones:
La más favorecida era la de Medellín de Bravo para pasar el día a la orilla del río,  visitar las huertas y acarrear mangos, tantos que siempre acababan por pudrirse. Se llevaba un copioso cargamento de comida y bebida, sillas plegables, toldos, hamacas, hieleras y toda clase de adminículos (por si llegaran a ofrecerse) que mas que una excursión parecía un migración del antiguo oeste. Dada la popularidad de  esta opción, Medellín llegó a ser insuficiente así que la gente acabó por desparramarse  desde El Tejar hasta Jamapa.


Los clasemedieros de pretensiones emprendían el viaje en auto hacia Puente Nacional; también temprano porque  sus iguales xalapeños hacían lo mismo y entonces había una carrera entre costeños y arribeños para ver quién copaba antes las instalaciones del balneario y empujaba a los otros a la incómoda ribera del río.

Los que andaban más cortos de recursos se dirigían a Mocambo y aunque la pasaran muy bien no hacían alarde de su excursión porque era  a un lugar habitual de los domingos.

Los más exóticos tomaban el tren mañanero hacia La Antigua o Atoyac, que eran paseos bonitos pero no se tenía la seguridad sobre la hora del regreso, pues la única forma de llegar ahí era un ferrocarril que no se caracterizaba por su puntualidad. Así que había familias que  regresaron de madrugada o tuvieron que pasar la noche en la estación.

Los muy audaces se trasladaban a sitios más lejanos como Alvarado o Tlacotalpan, pero no eran muchos lo que hacían esto.

Los menos favorecidos sólo iban a bañarse a las playas de Regatas, Villa del  Mar o playa Norte y volvían a casa  para comer.

Y al final de todo, había familias a las que sus escasos recursos o su falta de entusiasmo determinaba que no iban a ninguna parte, pero eso sí se reunían a comer en el patio de una casa, con montañas de antojitos y muchos cartones de cerveza.

    Al caer la tarde, los viajeros de regreso saturaban las carreteras y el tráfico lento aumentaba las molestias de los indigestados, de los beodos y de los accidentados porque mínimo se regresaba con raspones en las extremidades.

    Los que no habían salido procuraban recuperar algo de normalidad trasladando la reunión del patio a la banqueta y cortando el flujo de bebida, motivo más que suficiente para que los asistentes comenzaran a disgregarse. Así que el día festivo terminaba muy temprano, con la gente agotada y llena de malestares. Casi nadie tenía ganas ni capacidad de cenar y sólo se comentaban brevemente los zafarranchos ocurridos en el desfile obrero (multitudinario, obligatorio bajo amenaza de descuento y presidido por las autoridades) y de los accidentes carreteros (también infaltables, porque hasta los choferes le entraban a la bebida).

    Con el transcurso de los años se fueron aflojando las restricciones y las familias fueron ganando en recursos económicos y en sofisticación. Se permitió que los servicios funcionaran (en cuanto concluía el sacrosanto desfile obrero); después que lo hicieran los comercios y  finalmente el que quisiera, con la salvedad que había que pagar al triple el salario de los trabajadores, lo que sigue siendo un gran incentivo para que muchos patrones prefieran festejar el día del trabajo.

    Las opciones del feriado murieron por su sencillez y obviedad. Primeramente fueron calificadas de aburridas y  la adjetivación fue progresando hasta que finalmente el epíteto “nacas” les dio el tiro de gracia. Y el emocionante primero de mayo, pasó a ser una fecha más al desaparecer el ritual solemne y festivo que lo caracterizaba.
Noviembre de 2014



Rafael Diez Garelli, Veracuz 1946, Licenciado en Derecho por la Universidad Veracruzana, Secretario Particular de la Secretaria de Gobierno del Estado 1998-2003, Secretario Técnico del Consejo Consultivo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos 2003-2011, Catedrático de Literatura Universal, Literatura Mexicana, Taller de Lectura y Redacción, Filosofía, Historia y Problemas de México, Historia Universal, Sociología en escuelas públicas y privadas en el nivel Bachillerato durante 30 años, participante del taller literario de Jaime Velázquez, miembro de las salas de lectura Ora Lee de la USBI y Veracruz 500 años del IVEC.  

NACIÓN JAROCHA, ABISMO CULTURAL ISIDRO LAISEQUILLA, UN JAROCHO EN MEDIO ORIENTE



Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta

La Historia del solar porteño se ha enriquecido durante siglos por la impronta de personajes peculiares. Hombres y mujeres - nacidos o no, en este rincón de la patria que sabe sufrir y cantar – con sus aportaciones sociales (políticas, culturales, artísticas) le han dado a Veracruz un lugar en el escenario nacional e internacional.
Isidro Laisequilla, es un ejemplo de estos personajes, nacido “¡Hace un chingo de años!” – según sus palabras- en el Carlos A. Carrillo, específicamente dentro del Ingenio San Cristóbal. 

¿Tu familia es Veracruzana?

¡No!, mis padres llegaron a Cosamaloapan, porque mi padre fue contratado por perfil académico en agronomía por el Ingenio San Cristóbal, ellos eran del Paso Texas.
Al no existir hospitales en el municipio- en aquel tiempo-  me trajo al mundo el medico del Ingenio, el Dr. Coppola, cosas de la vida, quien iba a decir que pasado el tiempo anduviera en cosas del Cine como Francis Ford Coppola.

Entiendo que parte de tu vida juvenil te la pasaste viajando y trabajando en el extranjero.

Si, la ventaja de dominar otro idioma,  porque mi madre siempre me insistió y es gracias a ella, que tuve la oportunidad de viajar a Estados Unidos y Europa, el idioma me abrió las puertas de varios trabajos como fotógrafo lugares como los Ángeles, Nueva York y Paris.

¿Cuando decides regresar a Veracruz?

Bueno, yo estudie fotografía desde los 12 años, después de viajar, me fui a estudiar a la Universidad de la Américas en Puebla, Artes Graficas, después regrese al puerto y fui fotógrafo de Control de Calidad para el proyecto de Laguna Verde, pero un día me ofrecieron empleo como fotógrafo de sociales en el Decano de la Prensa Nacional, acepte y me quede en el puerto

Tal parece que Veracruz e Isidro deciden hacer un pacto, ¿Ambos seguirán juntos?.

¡Claro que sí!, de hecho mi trabajo como director y productor de cine lo sigo desarrollando en el puerto a pesar de las limitaciones. Hace otro “chingo de años” realicé mi primer corto con Armando Mejia Lavalle y  Tomás Tejeda, que se llamó “Internado”, el cual ganó muchos reconocimientos, a la fecha llevo más de 13 cortometrajes, incluido “Amor Mio”.
Me quedó en Veracruz, porque para mi, el periodismo  ha sido un escaparate, y cuando tome esta decisión la vida en México era mejor, vida buena, tranquila, más  relax y digna, a diferencia de otros países.

Eres de los pocos jarochos que son invitados a exponer su obra cultural en Medio Oriente, ¿Cómo te fue en los Emiratos?

Muy bien, metí mi propuesta de exposición en la Embajada de los Emiratos y ¡Zaz! Que me invitan, fue un viaje de 26 días, por lugares como Dubai, Abu Dabi, Sharjah y Ajmán.
Una de las anécdotas chistosas, es que allá no hay pobres,  pero en cuestión de estudios geográficos no andan muy bien, me preguntaban de donde era, les decía que Veracruz y me respondían: ¡Ah Miami, Miami!
En Dubai done obra de arte y en Abu Dabi participe en el 8° Festival Internacional de Cine, de hecho es un proyecto muy parecido a lo que se intenta hacer con el Festival Internacional de Cine Extremo aquí en Veracruz.

¿Los médanos de los Emiratos  te recordaron tu tierra?

¡Ja, ja!, fíjate que sí, me acorde de los médanos de Mocambo, de aquellos tiempos de juventud, pero la arena es diferente, la de allá más como un polvo fino.

Lo que si te puedo decir es que allá no hay tanta cárcel o policías, la sociedad es estricta y hay mucha seguridad, no puedes, como aquí, andar echando “Desmadre” en la calle, allá si no se andan con cuentos.