miércoles, 26 de noviembre de 2014

LOS CUENTOS DEL SOLAR PORTEÑO DEL JAROCHILLO SARMIENTO


EL KILOTE DE LA HUACA

Por. Miguel Salvador Rodríguez Azueta

CAPITULO I
Que trata del jelengue acontecido al famoso caballero don Kilote de la Huaca, después de la requisa del Puerto.

En un lugar del barrio de la Huaca, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un caballero que había pertenecido a la elite del Sindicato de Maniobristas del puerto de Veracruz.

Ni tan joven, ni tan viejo, Alfonso Esquilano, rondaba en los 63 años, de los cuales 20, había disfrutado en Jauja gracias a las ganancias de sus negocios ilícitos en los muelles.
Rozagante y pasado de carnes antaño, hoy chupado de rostro y de ausente talega, el Kilote habitaba una bohardilla en una vecindad del Barrio de la Huaca.
Caído en desgracia a partir de la Requisa de los Servicios Portuarios el 31 de mayo de 1991, al Kilote le dio por vivir de recuerdos idos, añorando un pasado de francachelas y guateques.

Apodado el Kilote, porque cada vez que disfrutaba de las ganancias de algún negocio organizaba una buena comida con sus amigos del Sindicato y solía pedir todo por kilo.
Kilos de camarones, kilos de pulpos, kilos de mota y kilos de coca, así de kilo en kilo, se quedó el mote del Kilote de la Huaca.


La requisa lo dejó literalmente en la calle, junto con otros cientos de compañeros de los sindicatos de checadores y amarradores,  tuvo que apoquinar al Banco lo que debía - que era lo más -  liquidar su casa chica y grande y vivir provisionalmente en el interior de su Ford Mustang modelo 1970, hasta que su hermana Dorotea se apiado y le dejó arrumbarse en una diminuta bohardilla en su antigua casa del  barrio de la Huaca.
Dorotea era viuda y vivía con su hija Fernanda, apodada la “Pelona”.  De reciente ingreso a la filas de “La Legión de María”, Dorotea, pretendía ejercer su devoción a través de la caridad cristiana con nuestro personaje, cosa que le costaba mucho trabajo, pues el Kilote era de buena memoria y a la menor oportunidad le recordaba a Dorotea que en su juventud había sido de moral distraída o como dicen los jarochos: “De culo alegre y bullanguero”
-       ¡Cuando ya no las quiere el diablo se entregan a Dios!- le espetaba el Kilote en su cara.
En sus ratos de ocio- que eran los más-  el Kilote leía ávidamente las aventuras de Kaliman, el Pantera y Chanoc, lo que poco a poco, junto con su afición al aguardiente de caña – en cualquiera de sus presentaciones- lo que contribuyó ún más a quemarles las neuronas.
Nuestro personaje, tenía cierto parecido físico con Tsekub Baloyan, el padrino de Chanoc, incluso en su forma de vestir, un viejo pantalón de mezclilla y una playera roja llena de bujeros cortesía de una añeja campaña política, eran su outfit diario.
Sin embargo, cuando era convidado a algún jolgorio, se enfundaba en una especie de disfraz, consistente en una camisa de color chillón con estampados florales, un pantalón gris de origen blanco, zapatos del mismo tono que pintaba con corrector líquido y un sombrero tipo borsalino, adaptado al trópico y que no le ajustaba porque era más chico que su cabeza.
Cierto día, después de un Carnaval, el Kilote dejó de asistir a la banca que servía como oficina a los damnificados de la requisa Salinista,  pues pensó que 20 años ya eran suficiente y que ese plantón en la plaza de armas de la ciudad de Veracruz ya se había convertido en selva.
Al Kilote se le hizo una pérdida de tiempo estar exigiendo unos derechos, que los políticos se los pasaban por el izquierdo, así que, obnubilado por las aventuras de sus personajes de las revistas de historietas y al exceso de aguardiente, decidió sacudirse la modorra y emprender nuevas aventuras.
Sin poder mover su viejo mustang - por falta de dinero para gasolina y repuestos-  el Kilote empezó a recorrer la ciudad a pie, en busca de chipotes que aplanar y jelengues que aquietar.
No tuvo que ir al carajo para toparse con jiribillas dignas de versarse, apenas cruzó el umbral del patio de vecindad, se encontró con Pancho Tranza, quien animado por las visiones aventureras y la promesa del Kilote de nombrarlo gobernador de la Isla de Sacrificios o mínimo de darle un Agencia Municipal en Villarín (Zona rural del municipio), se animó a ser su fiel escudero y arriesgar la zalea en pos de estas correrías.
Continuara…



DICCIONARIO DE LA MUY DEMOCRATICA Y REPUBLICANA LENGUA JAROCHA

Apoquinar: Pagar de mal gana.
Arrumbar: Abandonar algo en una habitación.
Bujeros: Hoyos
Bullanguero: Alegre y fiestero, afecto a la Bullanga.
Bullanga: Bullicio y jaleo.
Carajo: Lugar lejos.
Correrías: Aventuras
Chipote: Protuberancia, chinchón.
Francahela.- Reunión para beber y comer en exceso.
Guateque.- Baile alegre
Jauja.- Lugar mítico de prosperidad y riqueza
Jelengue.- Molestia, contratiempo
Jolgorio.- Fiesta animada
Jiribilla: Trampa/revoltoso
Zalea.- Cuero de oveja que conserva su lana. “Perder la zalea” perder algo valioso que da confort.
Pachanga.- Fiesta
Outfit: Conjunto de ropa
Talega. Panza




CAPITULO II
Que trata de la primera correría del famoso caballero don Kilote de la Huaca, por los Portales de Lerdo.

Así las cosas, el Kilote y su nuevo amigo, Pancho Tranza empezaron a recorrer el centro histórico de la ciudad de Veracruz buscando chipotes que aplanar y jelengues que aquietar.
Caminaron a lo largo del bulevar con dirección al norte. Al pasar por el un famoso Circo con Animales Marinos se detuvieron a aguardar el color verde del semáforo peatonal. Kilote observó a un grupo de chiquillos harapientos haciendo malabares para pedir dinero a los automovilistas. Triste escena, pues las pocas monedas que ganaban las utilizaban para comprarle a un sujeto un trapo empapado con solvente, al que le suelen echar también frutas, conocidas como “Monas de Guayaba”. Tal escena incomodo al Kilote, provocando que hiciera gala de lo que le quedaba de memoria al recordar aquella frase de Díaz Mirón: “La inopia vive sin un halago sin un consuelo, sin un placer. Sobre los fangos  y los abrojos en que revuelca su desnudez cría querubes para el presidio y serafines para el burdel”.

Aquella tarde, Kilote y Pancho se la pasaron tomando aguardiente de caña en la playa de Regatas; al caer la noche, decidieron  caminar hacia la zona de los Portales de Lerdo, así referidos en los mapas por encontrarse sobre la calle que lleva el nombre del insigne veracruzano don Miguel Lerdo de Tejada, pero por cuestiones de pereza mental muy propias del trópico, a los jarochos les había dado por mentarla como Lerdo -así a secas- sin especificar si se trataba de don Miguel o don Sebastián, ambos ilustres personajes de la historia matria y patria.

En los otrora alegres Portales, existían hoteles y restaurantes, de antigua gloria, algunos aún conservaban la impronta de su jauja y otros- los muchos-  estaban esperando – al igual que los dueños – que la gravedad hiciera su trabajo.
Uno de ellos, a punto de desplomarse el techo, servía como albergue a los menesterosos de la zona. El velador o encargado, era un viejo empleado del hotel, a quien los dueños se negaban a liquidar por sus años de servicio, así que le habían dado el cargo de “vigilante” con la aviesa intención de esperar a que el techo se le viniera encima, y con eso salían ganando, así no pagaban liquidación y se ahorraban la remodelación y cuitas ante el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia).

Aquel antiguo hotel, más fachada que interior, conservaba poco indicios de sus mejores tiempos, dentro sólo quedaban desechos.
Desechos; ¡Sí! literal,  de muebles y de la sociedad. Un  mesero y dos recamareras – en las mismas condiciones que el vigilante, nunca recibieron su finiquito del hotelero trácala – quienes al no tener lugar donde ir, decidieron esperar la justicia de los hombres en aquel lugar.

Otros huéspedes, de semejante ralea, eran un indigente lunático que se decía maestro de Yoga, y que para colmo se llamaba Lorenzo, tres teporochos, una bandada de murciélagos y palomas que se alternaban la guardia - en el día las palomas salían a buscar comida y en anoche lo propio los murciégalos - así como cientos de ratas, un perro, dos gatos y un zopilote rey, por herencia solitario.
Febril en su mente, el Kilote al llegar a la zona de los Portales confundió aquellas ruinas con un regio hotel de cinco estrellas, pidiéndole al velador, que también era un amigo, una habitación clase presidencial para él y su fiel amigo Pancho Tranza.

El viejo velador, acostumbrado a tanto loco, no le presto interés a los argüendes del Kilote, aceptando darles albergue por aquella noche, a condición de que consiguieran algo de beber y de comer para todos los huéspedes humanos.

Al Kilote, aquella condición se le hizo ligera, - ¡Como echarse un buche del océano!- dijo, mientras se rascaba la cabeza pensando cómo conseguir algunos morlacos y ayudar a aquellos menesterosos pues invocando nuevamente al bardo veracruzano le dijo a su amigo el gerente de aquellas ruinas:

“Sabedlo, soberanos y vasallos, próceres y mendigos: nadie tendrá derecho al os superfluo mientras alguien carezca de los estricto”

Pancho Tranza le propuso pedir limosna en los Portales, a lo que el Kilote se opuso tajantemente, también a la idea de cantar o bailar, pues le recordó a su amigo que él, no podía rebajarse a tal nivel, sino seguir el ejemplo de personajes serios y valientes como Kalimán o don Salvador Díaz Mirón.

Kilote, también pensó en dedicarle su primer correría a una doncella,  acordándose de Genoveva “la Peluda”, una hermosa y conocida dama del puerto, ella sería el motivo de sus afanosas aventuras.

Aún sin saber a bien, exactamente qué hacer para ganarse unos pesos, Pancho vio en una mesa del Portal a un solitario parroquiano, de aspecto bucólico.

 –Con botas y sombrero, cualquier pendejo es ganadero- pensó Pancho.

Al observarlo detenidamente, se percató que el ranchero, lucia ostentosas prendas, cadenas de oro y una pulsera tipo “molleja” de igual tipo, junto con un reloj fino.
En esas elucubraciones estaba, cuando paso junto a ellos (Kilote y Pancho)  un hombre ofreciendo “toques eléctricos”, un  pasatiempo muy común en los Portales Jarochos. En una caja se colocan baterías eléctricas y mediante un ingenioso sistema de resistencia de la corriente, la misma fluye por cables hacia unos tubos de metal. El juego consiste en que el valiente o incauto resista lo más posible la intensidad del voltaje, que va de  6 a 10 miliamperios, - Lo suficiente para no matar pero si apendejar- pensó Pancho.
Pacho analizó las posibilidades, que eran nimias, pero que podían ser viables, si el Kilote se prestaba a entrarle a una apuesta de resistencia con aquel ranchero presuntuoso.

Continuara…

DICCIONARIO DE LA MUY DEMOCRATICA Y REPUBLICANA LENGUA JAROCHA

Argüende.- Chisme, enredo.
Aviesa.- Maldad, inclinado al mal.
Bucólico.- Referente al campo.
Chipote.- Chichón.
Correría.- Aventura.
Cuita.- Trabajo, problema.
Jelengue.- Contratiempo.
Jauja.- Lugar de bonanza.
Ralea.- Clase, género o especie.
Trácala.- Deshonesto.


CAPITULO III
Que trata de lo que le aconteció al Kilote al retar al ranchero presuntuoso en los Portales de Lerdo.

Raudo, <<Pancho Tranza>> maquinó la treta para hacerse de unos pesos a costa del presuntuoso ranchero. Convenció al <<Kilote>> con pocos argumentos y mucha imaginación acerca de la futilidad de riesgos de aquel duelo, pues le aseguro que las descargas eléctricas le harían lo que <<el viento a Juárez>>.

El <<Kilote>> vaciló un poco, pero Pancho le juró y aseguró  que saldría vencedor, pues la corriente eléctrica correría mejor por el cuerpo del  ranchero por estar cargado de oro y corindones, a diferencia del <<Kilote>>, que aparte de no traer puesto más que huesos y pellejo, traía calzados unos zapatos con suela de goma lo que ayudaría a aminorar el paso de la corriente.

En apariencia, el plan explicado a <<Kilote>>  por <<Pancho>> era sencillo. El <<Kilote>> se sentaría cerca del ranchero y <<Pancho>> se haría pasar por el señor de los toques eléctricos, haciendo aparecer al <<Kilote>> como un hombre valiente que soportaba grandes descargas y que nadie más podría hacer lo mismo. Si el ganadero caía  le aportarían la comida y la bebida de aquella noche.

Previamente <<Pancho>> había pactado con el dueño de la caja de toques eléctricos que le prestara la caja porque tendrían un <<buen jale>>.

Así las cosas <<Kilote>> se sentó cerca del Ranchero en la zona de los Portales de Lerdo, pidió una cerveza y una torta de jamón Serrano y a los pocos minutos apareció <<Pancho>>  voceando su servicio de <<toques eléctricos>>.

Fingiendo que no se conocían, <<Pancho Tranza>> le ofreció las descargas al <<Kilote>> y este aceptó, vociferando que el juego era  para hombres, muy hombres.
La jactancia de aquel personaje, llamó la atención del ranchero, prestando atención al supuesto juego de las descargas eléctricas.

<<Pancho>> había acordado con el <<Kilote>> que sólo le daría una descarga de 6 miliamperios y que tendría que fingir que la carga era mayor para hacer caer al Ranchero.

Dignos aspirantes a un <<Oscar>>, nuestros personajes representaban su acto, <<Pancho>> aparentaba que el daba alto voltaje al <<Kilote>>, y  este se retorcía fingiendo que la carga eléctrica que le recorría era lo suficientemente alta como para desmayar a un Anarquista.
-       ¡Es un hombre, hombre!- exclamaba <<Pancho>>-  ¡Nadie podría soportar los 10 miliamperio!.

El ingenuo Ranchero admirado del presunto acto de valentía de aquel caballero, cayó en la trampa y llamó a <<Pancho Tranza>> a su mesa.

-       ¡A ver amigo! ¿Como esta ese asunto de los toques?- inquirió el curioso Ranchero.
-       Bueno señor, es que esto es para puros hombres-Le dijo Pancho como no prestándole atención a la pregunta curiosa del ranchero.
-       ¿Que dices animal?- exclamo molesto el ranchero parándose de su asiento-  ¿Qué no ves que yo soy un hombre?, ¿Acaso no te dice nada mi sombrero y mis botas de ganadero?
-       Bueno, bueno- respondió Pancho- usted disculpara caballero, pero le recuerdo que el <<hábito no hace al monje>>.
-       ¿Que dices malandrín?
-       Disculpe usted amigo,  pero el caballero de esta mesa ha soportado el tope que es de 10x10.
-       ¿Y eso que quiere decir?- preguntó el ranchero.
-       ¡Que son diez descargas de diez miliamperios!- le dijo <<Pancho>> seguro de que le había picado el amor propio al ranchero.
-       ¡Ah Dio!, bueno, ¡pues yo supero eso!- Respondió el Ranchero sin razonar lo que decía.
-       ¿Señor?
-       ¡Que reto al caballero! ¡yo aguanto once!
-       ¿Y que apuesta el caballero?- preguntó el <<Kilote>> desde su mesa.
-       ¡Le pago la borrachera!
-       Borrachera y comida, caballero- aclaro el <<Kilote>>
-       ¡Sí!, todo lo que aguante el caballero a comer y beber- dijo el ranchero.
-       Bien, apuesta aceptada- contestó el <<Kilote>>.

Pancho convenció al ranchero de que iniciara él primero, pues el <<Kilote>> ya había recibido los toques previos, así que sin mayores complicaciones el ranchero cogió los dos tubos de metal, los apretó y espero a que Pancho diera inicio.

-       Bien, aquí vamos, 1, 2, 3, 4- decía <<Pancho mientras subía la intensidad de los toques eléctricos.

Conforme <<Pancho>> aumentaba la intensidad, el ranchero se retorcía por la circulación de electricidad por su cuerpo.
-       7, 8, 9, 10, ¡bien, bien!- exclamo con aparente asombro <<Pancho>>, ¡paso usted la primera!.
-       ¡Bien, pues vamos por la segunda!- dijo el ranchero muy seguro.
-       ¡Va la segunda carga!- dijo <<Pancho>>-   a ver, 1, 2, 3, 4…

Cuando iban por el quinto intento y ya con las tortas, y los tragos servidos, <<Pancho>> le hizo señas al <<Kilote>>  para que tomara de la mesa la comida.

-       ¡Va la sexta!- grito <<Pancho>> a ver 1 y…

De manera repentina, <<Pancho>> subió el pase de corriente del 1 al 10, haciendo que el ranchero se quedara pegado a los tubos, retorciéndose como tlaconete en sal o Chinicuil en comal – cualquiera de las dos imágenes puede ayudar al lector- situación que aprovecho <<Pancho>> para arrancarle de un golpe las cadenas de oro y demás prendas y emprender la huida, dejando al ranchero conectado a la caja de los toques.

-       ¡Córrale Kilote!, ¡Córrale que nos apañan!- gritaba <<Pancho>> mientras presuroso se perdía de vista por los callejones del centro histórico.
-       ¡Pancho!  ¿y los amigos del Hotel, su comida?-le grito el sorprendido <<Kilote>>
-       ¡Córrale Kilote, no sea pendejo lo van a apañar!


Sin salir de su asombro y ante la posibilidad de que el ranchero lo desollara vivo al terminar su terapia de choques eléctricos, el <<Kilote>> también emprendió la graciosa huida con rumbo contrario a <<Pancho Tranza>> llevándose consigo las tortas de jamón serrano que ya había pedido.  Continuara..

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