martes, 11 de enero de 2011

De libros Colección Bicentenario-Centenario Jaime Velázquez

De libros

Colección
Bicentenario-Centenario

CONACULTA – INSTITUTO VERACRUZANO DE CULTURA
 
Jaime Velázquez

ÍNDICE

Introducción. De manos a ojos     3
La plástica según Manuel Salinas     6
Vasos comunicantes. Luis Armando Torres Camacho     8
Y lo que falta. Glenda Castillo     10
Del río al puerto. Raúl Márquez     13
La tierra vista por aves y una mujer. María Cuthbert     17
Erotismo en el nuevo siglo. Juan Díaz     19
Una fina colección. Martha Elsa Durazzo     21
Poesía abstracta. Mary Carmen Gerardo     24
Museo privado. Ivonne Moreno     26
Oro puro: arte, artistas. Ivonne Moreno     29
Tres en uno. Gabriel Fuster     31
Los locos estamos perdonados. Miguel Salvador     34
Flores bajo tierra. Jesús Garrido     38
¿Qué te cuento? Jorge Hernández Utrera     40
Tan cerca, tan lejos. Marianhe Jalil     42
El día a día es amar. Marianhe Jalil     44
Lectura pendiente. Carla García     47
Juan Cordero     48
Epílogo     50








INTRODUCCIÓN



A Sergio Villasana Delfín
A Mariana Hernández Jalil



De manos a ojos, triunfo de los libros

América Latina ha dado cabida en la primera década del siglo, en su inquieto transcurrir, a los festejos de sus jornadas independentistas. En una palabra, hemos tenido en nuestros pensamientos doscientos años de avances y retrocesos, incontables guerras, muertes, nacimientos y mucho que celebrar.
            En México agregamos además una fiesta más, la de la Revolución, que está cumpliendo cien años. En México las librerías mostraron el entusiasmo de autores que se propusieron volver a contar la historia y la biografía de hechos y protagonistas principales, sin aportar nuevos puntos de vista. Algunos novelistas sí exhumaron a héroes desconocidos. Hubo un programa oficial en la televisión cultural de la capital (canales 11 y 22) que dio a conocer a especialistas muy aplaudidos y a otros, ignorados, provenientes de ciudades que no poseen micrófonos de mayor alcance.
            Y en el puerto de Veracruz hubo algarabía, pues, además de las ceremonias convencionales, se publicaron libros de poesía, narrativa, dramaturgia, crónica, crítica literaria. ¿Los autores? Veracruzanos, aunque la convocatoria incluyó a autores de otras partes, que hicieron acto de presencia.
            La Colección Bicentenario-Centenario acogió a autores con una larga carrera, como Dante del Castillo, dramaturgo nacido en Orizaba en 1946; Ignacio García, poeta avecindado en el puerto y nacido en 1950, y Glenda Castillo, nacida en 1969, que empezó a escribir a fines de los años ochenta pero que tenía inéditos muchos de sus cuentos.
Hay que caracterizar aún más esta Colección. La convocatoria fue abierta a los autores en febrero del 2010 por el director general del Instituto Veracruzano de Cultura, Sergio Villasana Delfín, y hubo quienes pensaron, como yo mismo, que no iban a salir más de unos cuantos libros, dado que debían estar impresos para septiembre. Los primeros títulos empezaron a circular en agosto y los últimos aparecieron en noviembre.
La labor de Mariana Hernández Jalil fue notablemente exitosa, con todo y la complejidad del proceso. En esos meses se hizo cargo además de la organización y funcionamiento sin tropiezos del I Encuentro Latinoamericano de Poesía Veracruz 2010, en el mes de junio, en el que participaron 50 poetas de primer nivel, 17 latinoamericanos, 12 mexicanos y 20 veracruzanos. Estos datos fueron publicados en la revista Lectorum, edición especial del Bicentenario-Centenario, dirigida por Hernández Jalil: estuvieron leyendo poemas en la ciudad de Veracruz cinco académicos de la lengua de diferentes países, 22 poetas que han sido distinguidos con premios, 24 con más de doce libros publicados, 19 de ellos profesores universitarios y un agregado cultural.
            Ayudó en el proceso editorial lo modesto de la Colección. Todos los libros tienen el mismo sobrio diseño de portada y la respuesta de los autores fue inmediata. A través de Internet se estuvieron enviando originales y se recibieron pruebas a la velocidad de la luz y de la disposición de los escritores. Uno de los impresores está en Coatzacoalcos, ciudad distante del puerto de Veracruz cuatro o cinco horas por carretera y los autores residen en diferentes lugares de la alargada geografía veracruzana, del norte al sur del golfo de México.
            La actividad literaria de una región presenta altibajos. Hay autores con una sólida formación al tiempo que hay recién llegados a alguna de las tradiciones, con atavismos, diría César Fernández Moreno.
            Un piloto aviador retirado, Raúl Márquez Martínez, dejó al morir en diciembre de 2009 un repaso histórico de su ciudad natal, Tlacotalpan, poblado a la orilla del río Papaloapan, que detuvo su prosperidad desde fines del siglo XIX y que sufrió, una vez más en el verano de 2010, severas inundaciones. En el último tramo de su vida, ya abuelo, Márquez Martínez fue un reconocido decimista y promotor de la décima, tal como se conserva y práctica en el Caribe y diversos países, y ahora lo podemos leer como cronista. En su libro encontramos noticias de geografía e historia de Tlacotalpan, cuna de connotados personajes cuyos descendientes ahora viven en el puerto de Veracruz, así como retratos escritos de quienes fueron vecinos en tiempos pasados, descripciones de escuelas, mercados, de corridas de toros, costumbres, etc.
            Para otros autores la Colección representó un libro más en su labor, como son los casos de Carla García, Jesús Garrido, Jorge Hernández Utrera, Mary Carmen Gerardo, Armando Torres, Juan Cordero.
            Destaco los libros de Marianhe Jalil, quien escribe delicados poemas de amor, y Roberto Arizmendi, poeta de Aguascalientes, cuyos poemas fueron traducidos al maya por Jorge Cocom Pech, al zapoteco por Gabriel Sánchez y Martín Fuentes y al náhuatl por Sixto Cabrera, poeta del que también fue publicado un libro en edición bilingüe con el título Polen de luz. El náhuatl es su lengua materna y cabe mencionar que la versión actual de la Constitución Política de México acaba de ser traducida a esta lengua, con el fin de ayudar en su preservación, dicen los diputados que tuvieron esta iniciativa. Otra escritora de lengua indígena publicada es Judith Santopietro.
            Un libro notable es el de Gabriel Fuster, Polo Club. El Oriente que descubrió Tablada y que embelesó a Maples Arce es traído por Fuster como postales que muestran con desenfado la posibilidad de desarmar toda máquina cultural, aun las más lejanas. Fuster tiene veinte años de labor literaria. Es sobre todo un narrador fuera de serie.
            Animalias, de Juan Díaz (seudónimo), es un libro de vanguardia. El autor, después de terminar la carrera de Psicología y de trabajar en librerías de la zona central de México (Guanajuato y Aguascalientes) regresó al puerto para volver a salir unos meses después, ahora a Guadalajara, donde abrió un taller literario. Quizás su trato con escritores de esas ciudades le llevó al logro de un libro extraordinario, novedoso, fresco, atrevido. El deseo de darle palabras al erotismo a menudo se estrella con muros altos y ásperos. Juan Díaz consiguió en Animalias un gran acierto poético, encontró el ingrediente que suele faltar, algo quizás cercano que dejamos escapar. ¿Amor? Sí, o dulzura, algo que terminaremos de precisar en una segunda lectura.
            Para Martha Elsa Durazzo la Colección representó el momento de reunir narraciones que tenía dispersas en periódicos, revistas y libros antológicos. En Consume lo que Veracruz produce, un slogan que sonó mucho hace unos años, incluyó una novela corta, “¡Viva el sindicato!”, y cuentos brevísimos.
            Arte y ensayo son una buena pareja en los trabajos de Ivonne Moreno, que además de crítica es poeta, y de Manuel Salinas, fotógrafo, poeta y estudioso del arte veracruzano. Moreno se ocupa de mujeres creadoras y de Veracruz como “veta artística”. Salinas sigue puliendo su monumental obra histórica El desarrollo de la plástica en Veracruz.
            En la novela, Miguel Salvador sigue impresionando por sus acercamientos a pasajes relevantes de la vida en el puerto de Veracruz. Paraíso de locos es su segunda novela publicada y la tercera está a punto de salir de la imprenta. Presidente fundador de una asociación de cronistas, en esta novela revive desde una perspectiva insólita los pormenores de un movimiento de inquilinos que puso de cabeza a los porteños en los años treinta del siglo pasado y superó a José Mancisidor, que escribió sobre el tema en la novela La ciudad roja, vuelta a publicar por el Gobierno del Estado de Veracruz en el tomo II de las obras completas de este autor en 1978.
            El libro de Jorge Alberto González, Personajes y perfiles, recupera las entrevistas (hay un volumen anterior y otro a punto de ser lanzado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en la capital de México) que ha realizado para el periódico Imagen de Veracruz. En sus páginas resuenan no sólo las opiniones de artistas y promotores culturales que repasan la intensa actividad que ha tenido lugar en los años recientes en la ciudad de Veracruz. Ya se sabe: buscar, interrogar, interesarse en el arte y la literatura, en asuntos que parecen no ser noticia. Jorge Alberto González ha contribuido a darle al arte el lugar donde la sociedad puede valorarlo y, lo más importante, apoyarlo.
            Concluyo esta ojeada a la Colección con la antología de poetas latinoamericanos. Invitados por el Instituto Veracruzano de Cultura en junio, poetas de varios países acudieron al puerto de Veracruz para compartir lecturas y conversaciones. Igual que en la colección Bicentenario-Centenario, hombres y mujeres de edades muy diversas y con puntos de partida múltiples en sus vidas profesionales, los poetas participantes nos dejaron un presente valiosísimo, sus voces al leer sus obras y la impronta de su afecto por México y por América Latina.
            Las presentaciones en el puerto han propiciado la relación de poetas de otros lugares con sus pares, como es el caso de Carolina Valerio, de Orizaba, y Mariangel Gasca, de Agua Dulce. Están más cercanos ahora escritores de Xalapa, Córdoba, Orizaba, Papantla, Soledad Atzompa… Incluso un inmigrante, Saúl Ibargoyen, uruguayo avecindado en la ciudad de México. Desde septiembre, los libros de esta colección han estado llegando a los lectores.* Y los autores van recibiendo señales de que, una vez más, el solitario trabajo de escribir confluye con el solitario trabajo de leer, bienes sociales útiles sin duda, que no son nada si no hay inversión privada en el negocio del libro, que todavía lo es cuando una persona entusiasta lo dirige.
          Es posible que de lo invertido en la celebración del Bicentenario-Centenario en el estado de Veracruz lo más importante es la colección de libros que anda por todos lados luchando contra el desinterés rampante.

*Estos libros han sido presentando en la Sala Oriente y la Sala de Usos Múltiples del IVEC, en Casa Principal, en el Centro Veracruzano de Arte, en el teatro Clavijero, en la Casa Museo Díaz Mirón, en el Salón La República, en el Hotel Diligencias y en el Club Doña Moncha, en Tlacotalpan. El año terminó antes de pudieran presentarse otros libros, en la ciudad de Veracruz y en otros lugares del estado.




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